Agonía es la única palabra capaz de describirle junto a las largas noches tormentosas en las que me acompañaba, justo a la medianoche un inclemente terror invadía mi ser al sentir su mirada sobre mi, hasta podía sentir como poco a poco se dibujaba una macabra sonrisa llena de pesadez al igual que su mirada, que transmitía directamente su frialdad a mi como un choque eléctrico haciendo congelar todas mis emociones y dejándome cada vez más débil, drenando toda vitalidad que habita en mi, cada vez más asemejándome a una muñeca. Me tenía a su merced y lo sabía, ambos lo sabíamos, pero lo que yo no imaginaba que pretendía con esto, tenía teorías pero eran solo eso, solo teorías pero todas se esfumaron en el segundo en que decidí aferrarme ciegamente al miedo, justo en ese segundo lo perdí todo.
Creí que se detendría pero vaya que me equivocaba, ahora sé cuanto disfruta el verme sufrir tan auténtica agonía. Invadida por el cansancio ya había perdido toda mi lucidez mental, muy cerca de entregarme a él, lo sentí acercarse para colocar una de sus manos en mi pálido y desnudo hombro haciendo una breve.. ¿caricia? Ese acto me dejó totalmente desconcertada como ver algo tan imposible como una tormenta en plena época veraniega, pero haciéndome sentir nuevamente como una niña, tan pequeña e indefensa a merced de cualquiera que se lo propusiese, tal comparación me hace recordar que no había cambiado demasiado desde aquella agridulce época como lo fue mi niñez a aquel día, pero eso él ya lo sabía muy bien. Tenía tantas dudas vagando por mi mente que no podía articular siquiera un sonido, cerré los ojos con fuerza, lo menos que quería en ese momento era ver aquel rostro, que ahora desearía haber visto.
Mi corazón latía con fuerza mientras sentía su "caricia" descendiendo desde mi hombro hasta muñeca que tomó con fuerza para darme un giro y quedar justo frente a él, no me atreví a mirarle. Me estremecí al sentir sus frías manos en mi cintura y un pequeño beso en una de mis manos, cuando no creí poder estar más confundida aquel hombre comenzó a movernos alrededor de esa cálida – pero a su vez llena de miedo y tristeza – habitación, aún sin poder articular una palabra traté de seguir sus pasos que eran lo suficientemente lentos para poder tranquilizarme y al menos decir una palabra pero noté algo en mi boca que no me permitía siquiera moverla un poco, llevé mis dedos a mis labios y sentí una pequeña hebra que entrelazaba mis labios – como a una muñeca de trapo – de una manera tan delicada que era casi precioso hasta que el significado de esto me golpeó haciéndome volver a lo que sucedía e invadida por el terror intenté alejarme de ese hombre. De un momento a otro todo se volvió oscuro, mi esfuerzo fue en vano.
Al momento en el que desperté pensé que había sido un mal sueño, a los pocos segundos descarté la idea al tocar mis labios y sentir aquella hebra. Extrañamente ya no sentía miedo sino más bien una ansiedad inexplicable, solo quería acabar rápidamente con lo que fuese eso, así que finalmente le miré a los ojos y como si de su libro favorito se tratase entendió a la perfección esa mirada con la que pedía que cumpliese mi deseo pero solo escuché su risa y luego una negación alegando que le pertenecía, que no quería compartirme con nadie más. ¿Es una locura que haya encontrado eso como un gesto adorable? Pero también como una decisión bastante extremista.
Se dirigió a acariciar mi espalda descendiendo poco a poco hasta el corsé que llevaba puesto, lo retiró junto a las otras prendas que tenía por lo que el miedo volvió a llenar mi frágil cuerpo, pero se limitó a observar, extasiado, mi cuerpo por un par de minutos hasta que decidió colocarme un bonito vestido negro de encaje con mangas largas, parecido a los que suelen usar las muñecas de porcelana. Poco después dejó la habitación y cuando volvió traía consigo un líquido en una bolsita donde se encuentran los medicamentos suministrados por vía intravenosa junto a una pequeña aguja, ya podía imaginar que sucedería..
Y no me equivocaba. Se acercó, tomó mi brazo poniéndome una banda para evitar el paso total de la sangre y resaltar la vena que pretendía usar como base para la expansión de aquel "medicamento", así lo hizo. Pero cuando estaba por suministrarme lo que me llevaría al final de aquel tormento, el hombre comenzó a toser y detuvo el proceso solo para caer bruscamente al suelo, su nariz comenzó a sangrar por lo que una mezcla de confusión y desesperación se adueñó de mi ser.
La espera anterior no era nada comparada con esta, día tras día aquella tortuosa espera hasta que abrí los ojos y me encontraba nuevamente en donde estaba antes de que todo esto ocurriese, aquel bonito balcón.
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