Suelo, o solía, tener cierto sentimiento de querer compartir
con alguien todo lo que en mis manos estuviera ya fuese para ayudarle, por mero
descuido o por razones incluso más irrelevantes que las mencionadas, anhelaba
encontrar a alguien que en el fondo se pareciese a mí y entre tantas hubo una
persona que lo supo desde el inicio pero con tal irresponsabilidad de mi parte
solo logré la creación de una – horrible –
versión artificial de mi, enterrando en lo más profundo de aquel ser lo
que alguna vez fue; esa pequeña pero totalmente hermosa chispa de felicidad que
alguna vez habitó en aquel cuerpo como su alma parecía haberse perdido en lo
más profundo de su ser. Le conocí y creí que era una persona maravillosa, no me
equivoqué con dicha suposición pero al abrirme fui, digamos, succionado todo lo
hermoso que en ella habitaba, usándola de manera descarada pero no intencional
– o, dejando de engañarme, quizá alguna parte de mi alma lo deseaba, de otra
forma no hubiese ocurrido de esta forma –.
Noté como el brillo de sus ojos se apagaba, de la misma
manera que una vela se consume, y la tenue luz que en ella restaba solo había
un océano de tristeza. Noté como cada vez gustaba de cosas que lo único que
hacían era hundirle de la misma forma en que me hundieron a mi tiempo atrás, y
de otras que no tanto. Noté como cambiaba su envidiable entusiasmo por una
“máscara” parecida a la mía, que a su vez es cada día más vacía y melancólica.
Oh, pobre inocente niña moldeable como la arcilla, incluso ha quedado casi tan
vacía como una preciosa muñeca y por ello hay que admitir que no es del todo
culpa de mi poderoso veneno (vaya manera de hacerme sentir bien a mi misma)
sino también de sus ganas de ser aceptada por mí, ha hecho todo lo posible por
agradarme, gustarme cuando su persona original – que fue la razón inicial por
la que decidí conocerle más a fondo – la hacía la chica más maravillosa que había
conocido jamás. Sus ganas de conocerme totalmente como si fuese su libro
favorito parecían insaciables y si, en efecto lo eran, lo sorprendente es que
no ha notado la manera en que esto le ha “destruido” y sigue manteniendo
aquellas ganas como algo insaciable sin siquiera notarlo. Y he de confesar que
al principio me agradaba sobremanera esta situación, encontrar a alguien como yo
parecía utópico y fue luego de un tiempo cuando sus obsesiones, cada vez más
parecidas a las mías, comenzaron a aterrarme hasta el punto de desear
desaparecer de su vida, pero su principal obsesión era yo, la razón por la que
dejó que todo esto sucediese, dejó que le avenenara, le destruyera y dejara en
ruinas lo que alguna vez fue algo hermoso.
Intentaría disculparme pero no lo ha notado, y si las
disculpas arreglaran las cosas no existirían las leyes. No sé si sentir
culpabilidad o alivio; al fin y al cabo ninguna de las dos opciones vale la
pena.