Estuve horas en el camino con mis cigarrillos cómo mi única compañía, además del reproductor de música que se encargaba de llenar ese tan abrumador silencio, que decidí encender para intentar llenar tal silencio pero no cumplió con su objetivo, me sentía distante a tal punto que – para mi – el silencio permanecía y empeoraba cada vez más hasta que nuevamente un tempestad de recuerdos se desencadenó en mi cabeza, llenándome cada vez más de rabia y haciéndome desear que el camino estuviese por acabar para cumplir mi más deseada fantasía.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras encendía el cigarrillo que mantenía entre mis labios y me disponía a bajar del auto. Admiré la casa por un par de minutos, al entrar me encontré con un gran pasillo que me guiaba hasta unas largas y relucientes escaleras que a su vez me llevaban a un segundo piso incluso más bonito que el anterior. Caminé por un par de minutos observando cada detalle hasta que logré divisar a mi víctima en su habitación, sola – como sabía que estaría –. No pude evitar soltar una pequeña risita cuando vino a mi mente el hecho de que no se imagina que ese sería su último día, se alarmó al escuchar dicho sonido y se dirigió al pasillo pasando justo por el lugar en el que yo me encontraba escondida. Ahora me encontraba a varios metros de ella, quién estaba a segundos de comenzar a descender aquellas escaleras, por lo que lenta y silenciosamente decidí caminar en su dirección.
Al estar detrás, rodeé su boca con mi mano para evitar que gritara y proseguí a mostrarle mi cuchillo mientras ella transformaba su linda cara en la expresión más pura de terror, lo cual me hizo embozar una sonrisa. Hundí mi instrumento en su espalda destruyendo todo a su paso, dejándole sentir toda la ira que tenía dentro; luego de varias puñaladas le empuje, haciendo que la chica impactara con cada escalón hasta llegar al suelo.
En un intentado desesperado por vivir, tomó la decisión de gastar las pocas energías que le quedaban en arrastrarse, algo totalmente inútil ya que al moverse centímetros del lugar en el que impactó ya me encontraba a su lado. La tomé por el cabello y la arrastré cual bolsa de desperdicios hasta llegar al baño en donde la dejé caer y chocar bruscamente con el suelo que una vez fue blanco pero ahora está pintado de un precioso rojo carmesí, formando casi una obra de arte. Me sitúe detrás de ella, poniéndome en cuclillas para nuevamente tomarla por su cabello y levantarla hasta estar a la misma altura.
"¿Me recuerdas?" le susurré mientras acercaba mi cuchillo a su garganta y lo deslizaba de una manera tan suave y superficial que podría compararse con una caricia. No quería que me dejara todavía. "Por supuesto que lo haces."
Solté su cabello y vi cómo ésta caía en el suelo, estaba tan débil que casi podría decirse que era parte del frío suelo en el que yacía. Me dirigí a llenar la blanca, delicada pero fuerte tina que allí se encontraba, solo escuchaba el choque del agua con la misma y los sollozos de la linda chica. No tardó en llenar por lo que rápidamente le arrastré hasta su interior, colorando cada gota con su sangre; para mi suerte, cerca de nuestra posición se encontraba conectada una plancha de vapor. La tomé y dejé caer en la tina, la chica no tardó en comenzar a tener fuertes espasmos que no duraron mucho pero que miré en un estado de total éxtasis.
Me levanté y observé por última vez la – perfecta – escena que había creado. El baño que alguna vez fue blanco ahora se encontraba bañado en aquel rojo que resaltaba y lo hacía ver cómo algo hermoso. El cuerpo de aquella chica que ahora estaba destrozado y sin vida en aquella tina.
Caminé por el pasillo que una vez recorrí con tanta ansiedad y rabia pero que ahora recorro con una tranquilidad inexplicable mientras tomo mi cuchillo del suelo y enciendo otro de mis cigarrillos para finalmente salir con una sonrisa en mi rostro.
((Podría considerarse una segunda parte de Sorpresa.))