domingo, 29 de marzo de 2020

I

Tan solo va una noche y no puedo dejar de pensar en ti.
Mi mente no para de revivir todos nuestros hermosos recuerdos, haciéndome llorar –y quién sabe por cuánto tiempo más te lloraré–, es curioso porque incluso ahora se colan en mi memoria recuerdos que no sabía que seguía teniendo. Solo confirmo cada vez más que te deseo a ti, solo a ti, y creo que eso es lo que me lo hace tan difícil.
Hay momentos en que la pesadez de mi pecho me asfixia, me hace sentir que muero por minutos, y luego me deja sintiéndome vacía, siento que debo hacer cosas para no sentarme a llorar con el pasar de las horas. Y fingir que no me duele, fingir que todo está bien, solo porque no quiero hacerte las cosas más difíciles. Pero he notado que mis letras siempre estarán llenas de ti, mi corazón siempre estará lleno de ti o al menos lo que queda de él, en el momento que decidí irme también decidí dejarte mi corazón en un cajoncito de ti, así estaré siempre contigo. Aunque no hablemos, aunque no nos veamos.
Qué difícil contener estas ganas de abrazarte, de besarte, de escribirte, de mirarte a los ojos y decirte que te amo como a nadie. Me quema, me carcome, me duele.
Eso es, me duele.
Y no dejo de añorar el día que te pueda tener entre mis brazos una vez más.
Te escribiré una carta cada día que te extrañe, cada día que quiera contarte todo.
Por ahora, no hay mucho qué decir. Te amo tanto, pero tanto que sin importar lo que pase, mi corazón siempre late por ti, mi alma siempre te busca.
Tan solo, no me olvides..
Estoy sola y sé que lo estaré, porque quiero estarlo, hasta llegar a tu encuentro una vez más. Pero hoy, ya son las 3 am, y estoy más sola que nunca. Dormiré con tu suéter, y si tengo toda suerte que deseo, soñaré que te abrazo y te beso una vez más.
Lucha por ti, por mí, por ambos. Sé que mi destino eres tú.

miércoles, 25 de marzo de 2020

D: Delirio

Largos son los días y las noches en tu ausencia,
por momentos sueño despierto con tu presencia
Y no añoro nada más
que la dulzura de tu esencia
Y la ternura de tus caricias,
como mi piel se eriza
con el hechizo de tu mirada.

Es casi una ciencia,
la manera en que nuestros cuerpos conectan
y no se centran en nada más
que en nuestros pequeños detalles,
en la simpleza de un beso y nada más,
en la ternura de una caricia y nada más.

Miro al cielo esta noche,
buscando guía en mi desdicha,
pero ¿cómo podría olvidarlo?
si todas las constelaciones
se encuentran en tu sonrisa,
las estrellas decoran tu silueta
eres perfección.

Allí estás,
siento que enloquezco,
en esta brillante noche,
solo este hombre
derrite mis miedos y hace arder mis adentros.

Ven, príncipe,
te llevo a Marte, Jupiter y Saturno
solo te pido que en el último
me des un beso
y esta vez sí te quedes.


Mi primer escrito aquí, para ti, con el más profundo amor que de mi ser se desborda.
Te amo, mi ángel.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Carta II; nunca será dirigida

En las noches, mi memoria solía embestir mis emociones, sacudir mis recuerdos, hasta que de una u otra manera terminaba desvaneciéndome en lágrimas, ahogándome en mi almohada, y enamorándome de la tristeza pero desde que estás a mi lado no ha habido ni una noche en que pasara eso.
Tú trajiste a mi vida toda la felicidad que ya hace tiempo se hallaba escasa, tú iluminaste mis días con esa sonrisa tan tuya que me derrite con solo verla, con esas mejillas y labios que piden a gritos ser llenados de besos, con esos brillantes ojos cafés en los que me pierdo cuando nos vemos.
En ti encontré algo que no sabía que buscaba.
En ti encontré algo que sabía que buscaba.
En ti encontré algo más de lo que buscaba.

Y a veces, cuando me encuentro mirándote en tu descuido, me cuesta creer que eres real. La perfección que alcanzas es solo digna de una obra de arte, tu silueta delineada por el fino pincel de la mano del más talentoso pintor, tus labios a delicados trazos y tu piel tallada por los mismísimos dioses, tu cabello que recae despeinado, tan libre como lo eres tú, sobre tu rostro angelical.. Te juro, amor mío, que no puedo siquiera pensarte sin comenzar a temblar.
En otras ocasiones, cuando me miras en mi descuido, sé que eres real, y me pierdo en el océano de tus ojos. Me hipnotizan, me derriten. Tú derribas todos mis muros con solo una mirada. Tú destrozas mi ser con tu dulce aroma, me reconstruyes con la pureza de tu amor, y yo, yaciendo inmóvil ante tus hechizos, lo único que puedo hacer es enamorarme más y más.
Quiero entregarme a lo que me haces sentir, a lo que te hago sentir. A ti. Me cautivas. Me cautiva la manera en que sonríes tímidamente cuando te digo palabras bonitas. Me cautiva como siempre eres tan tú.

No sé si fue la manera en que me miras, la forma en que sonríes, el misterio que emanas, o el roce de tu piel con la mía, que me hizo ser tu más devota creyente. Ocho meses después me lo sigo preguntando. Y cuando pienso en una respuesta solo me topo con más y más cosas que me encantan de ti.

Una vez alguien me dijo que el amor es darle al otro la oportunidad de destruirte esperando que no lo haga pero ¡ay, vida mía!, no me importaría que me destruyeras si antes tengo la oportunidad de quererte como nadie lo hizo antes.
Si antes tengo la oportunidad de amanecer a tu lado acariciando tu mejilla, mirándote a los ojos. Si antes tengo la opotunidad de compartir esos besos que tanto nos gustan con humo incluido, y la sonrisa que siempre le sigue. Si antes tengo la oportunidad de tomarte de la mano. Si antes tengo la oportunidad de quedarme en silencio observando tu belleza. Si antes tengo la oportunidad de cantar contigo tus canciones favoritas en los paseos en el carro. Si antes tengo la oportunidad de que compartamos conversaciones profundas y un cigarro, y por supuesto, deleitarme al verte fumar. Si antes tengo la oportunidad de que me llames mi amor y sentir que mi corazón se salta latidos. Si antes tengo la oportunidad de tener una conexión especial e íntima contigo y un sexo que me lleva a las nubes, dejándome sedienta por más, adicta a ti.


A veces el amor llega en momentos inesperados, bajo circunstancias inimaginables, pero cuando llega lo sabes. Y, cariño, cuando nuestros labios se rozaron por primera vez, lo supe.
Anhelo gritarle al mundo que te quiero.
Mi lirio. Mi nube de algodón.

Carta I; nunca será leída

Es curioso como, en la constante vorágine de pensamientos recurrentes, se pasea la idea de vivir la vida al máximo. Sí, un concepto bastante cliché, pero que a mis cortos 18 años he comprobado, bajo mi propia piel, es necesario cumplir. Pero por supuesto, ante la mínima brisa de libertad la mente humana se ocupa de dibujar siluetas y muros cada vez más altos para evitar dicho destino. En otras ocasiones, no se trata de la mente humana propia sino de la mente de alguien más, busca desesperadamente moldear a su manera a quienes le rodean, acto de egoísmo genuino. Quizá no lo notes, pero lo haces.
Todos se ocupan de decir que los años dd juventud son los mejores, que siempre los recordarás y debes tener experiencias mágicas e inolvidables de esos años pero, desde mi perspectiva, si estos son los mejores años.. ¿Valdrá la pena continuar bajo este yugo mandatario? En algún momento seré cual ave que vuela libre escapando de su celda, dejando atrás la vida en cautiverio, pero los fantasmas de las paredes que forjaste en mi interior persistirán por mucho más de lo que creo posible, sin importar cuán fuerte las derribe y con cuánto esfuerzo intente eliminar todo rastro de las mismas.
Me haces sentir en cautiverio. No. Creo que incluso los seres en cautiverio son más libres de lo que yo lo soy ahora. Mis días se basan en esperar, en pensar sobre algún día, cuando sea libre, y demás patrañas que solo alejan más y más la vida de mis años. Quiero vivir.
Recién a mis 18 años, comencé a darle vida a mis años. Quizá bajo mentiras, quizá bajo fuga, quizá bajo cosas de las que no me siento orgullosa, pero de esta manera lo quisiste tú. Cuando tú te vayas no quedará más nada que tu vívido recuerdo y la huella que dejaste en mí, pero ¿qué quedará en mí? Años vacíos por esperar, y esperar, y esperar a que decidieras liberarme.
No quiero hacer una guerra, porque ya muchas veces nos hemos enfrentado para solo terminar peor. Y guardo mis lágrimas de cada batalla como escudos que me protegen de la dureza de tus palabras.
No quiero hacer una guerra, pero tengo tantos sueños, tantas ideas, tantos planes que se han visto frustrados, frenados, pospuestos por ti y tu estúpida mente cuadrada.
Tómate un momento para imaginar cuánta alegría tendría tan solo de haber contado con una sonrisa y un "está bien, te apoyo en esto", pero ni eso pudiste (¿o supiste?) darme.

Te amo, lo digo de corazón, y con dolor.
Quizá nunca pueda perdonarte,
Quizá pueda perdonarte,
Pero los años pasan y pasan
Y yo sigo sin conocer la libertad,
Y mucho menos el amor de madre
¿Cómo podrías pedirme que olvide?

Tómate un momento para pensar en la cantidad de acciones y decisiones que he tomado nada más para complacerte a ti, para verte feliz a ti, para ver si por una vez en mi maldita vida podría verte sonreír por algo que hice, escucharte decir "estoy orgullosa de ti".
Nuevamente, ni eso pudiste darme. Solo más vacío, más heridas, más reproches.
Siendo honesta, a veces solo quisiera que me amaras, ¿sabes?
Y cómo anhelo poder complacerte, hacerte feliz y orgullosa, agradecerte por todo lo que has hecho por mí, pero ¿cómo? ¡¿CÓMO?! Solo termino luchando conmigo misma por ser todo lo contrario a lo que esperas, quieres, de mí.
Trato de convencerme de que no debo censurar mi manera de ser, de pensar, de actuar por los demás. Trato de convencerme de que no está mal ser como soy. Trato de convencerme de que no están mal los sueños que anhelo alcanzar. Trato, y trato,
y
  t
    r
     a
        t
          o
Sin resultado.
Duele.
Jamás encontraré las palabras ni las respuestas.
Lo siento por ser yo.
Mamá.

lunes, 6 de marzo de 2017

Té para tres

La luz de la luna llena buscaba la manera de colarse entre las cortinas blancas para iluminar la habitación, las sábanas del mismo color me rodeaban y adornaban mi cuerpo que solo se cubría por pequeñas prendas confeccionadas en suave encaje color negro, resaltando mi pálida piel, y sobre ello una bata de tela sedosa en tonos pálidos. Aquella cama en que solía recostarme poseía unas cortinas transparentes que cubrían parcialmente ambos lados de la cama. Una suave venda de satín cubría mis ojos, sin dejar ni una sombra a la vista, y solo podía esperar el momento de su llegada. Todo se hallaba en absoluto silencio exceptuando el sonido de las agujas del reloj pasando en aquel reloj. Me encontraba algo nerviosa, ese tipo de nervios que sabes que luego se convertirán en algo más placentero. Sonaba algo de música instrumental clásica, bastante armoniosa y que me calmaba, siempre amé sentir las ondas de la música vibrar en mí.

Hasta que escuché la cerradura de la puerta abrirse suavemente, permanecí quieta por unos instantes y luego decidí sentarme en el borde inferior de la cama. Sentí su cálido cuerpo posarse a mi lado, besó mi frente y tomó mi mano indicándome que me levantara. Me dio una delicada vuelta quedando detrás de mí, deslizó la manga sobre mi piel casi tan suave como la tela con que estaba hecha hasta dejarla caer en el suelo dejándome solo en ropa interior mientras besaba mi cuello y hombro delicadamente. Mi respiración ya comenzaba a entrecortarse y mi corazón esquivaba latidos, me dio la vuelta y estando frente a él me besó trazando el viaje de sus labios desde los míos pasándose por mi vientre hasta terminar en mis muslos. Se detuvo cuando tomé su cabello. Se reincorporó y con un leve empujón terminé recostada sobre aquellas telas blancas nuevamente teniéndolo sobre mí. Deslizaba sus manos poder todo mi cuerpo haciéndome sentir cada vez más parte de sí y por un momento se detuvo abruptamente, creí que se iría pero en los próximos segundos comencé a sentir el roce de sogas con la piel de mis brazos, no existía mayor placer para el tacto de mi piel que ese roce. No debía hacer gran esfuerzo para lograr su cometido y en pocos segundos logró tenerme como sabe que me gusta.

Acarició mi cabello y luego lo tomó fuertemente tirando de él hacia atrás, acercando sus labios a los míos, jugando a tentarme con su aliento que deja mi piel ardiendo en donde se posa. Me soltó y sentí el impacto de su mano contra mi rostro, podía sentir como mi entrepierna se humedecía mientras me mordía el labio inferior. Deslizó su dedo por mis labios para luego sentir su mano en mi rostro nuevamente aumentando un poco más la fuerza con que lo hacía, esta vez decidió deslizar su mano a mi cuello, le pedía desde mis pensamientos que decidiera tomar mi cuello con fuerza y así lo hizo. Dejé escapar un pequeño gemido. Suavemente separó las sogas fuera de mí.

Deslizó sus manos a mis caderas y luego a mi entrepierna donde me rozó con sus dedos para luego abrir mis piernas con suavidad. Volvió a tocar mi entrepierna sobre mi ropa interior un poco más rápido que antes mientras besaba mi cuello y yo rasguñaba su espalda levemente. Descubrí que él ya no tenía prendas encima por lo que llevé mis dedos a mi boca para lamerlos y llevarlos a su miembro que ya se hallaba descubierto para mí. Comenzó a jadear mientras dejaba escapar pequeños gemidos en mi oído y yo no hacía más que arder en el deseo de que me hiciera suya. Se levantó al cabo de unos minutos y se sentó en la cama para colocarme luego en su regazo, acarició mis muslos y me propició un golpe en la parte alta de los mismos, me pidió que contara cada golpe en voz alta mientras me daba uno tras otro cada vez más fuerte hasta que gemí tanto que me tiró de mi cabello y me abofeteó para que siguiera contando. Con cada roce de su mano con mis glúteos que sentía me ponía cada vez más húmeda y él cada vez más duro.

Tiró de mi cabello para levantarme y me susurró que tenía una sorpresa por lo que me dejaría de píe durante un momento, oí la puerta abrirse y la presencia de otra persona más inundó la habitación. Se acercó a mí y me besó presionando su cuerpo contra el mío. Supe que era mujer al sentir sus pechos rozar los míos que ya había dejado al descubierto. Me quitó la venda. Él me tomó por el cabello cuando ella dejó de besarme e hizo que me arrodillara en el suelo al igual que ella, lo miré a los ojos con lujuria y él solo se mordió el labio, acercándose a nosotras. Ambas comenzamos a lamer su miembro, tomando turnos sobre quién lo tendría en su boca por escasos segundos y quién usaría sus manos para acariciarlo. Jamás había visto tanto deseo en él, me hacía desearlo más. 

Al cabo de unos minutos, ella decidió pasearse por mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna donde comenzó a jugar con mi clítoris y a introducir dos de sus dedos dentro de mí mientras yo seguía lamiéndolo y llevando su miembro cada vez más profundo en mi garganta. Antes de llegar al orgasmo él decide tomarnos a ambas por el cabello hasta levantarnos y nos ordena que nos recostemos en la cama, ella comienza a turnarse entre tocar y lamer mis pezones gimo estando debajo de ella, me abofeteó. Con una de sus manos comenzó a acariciar mi clitoris y posterior comenzó a introducir de nuevo sus dedos yendo más profundo, cuando se colocó frente a mí nuevamente acaricié sus pechos y descendí hasta poder sentir su humedad, nuestros pechos se rozaban y ambas gemíamos fuertemente. Él quería observarnos hasta que el deseo fue tal que nos ordenó detenernos y se recostó en la cama. Quería sentirlo entero dentro de mí así que me coloqué sobre su miembro para follarme a mí misma mientras ella se sentaba en su rostro para que disfrutara de la excitación que le causaba. 

Entonces él me pidió que me sentara frente a ellos, ella se encontraba sobre su miembro y comenzó a follarse mientras yo me tocaba a mí misma. Disfrutaba tanto verlos disfrutarse, él tomaba sus pechos y ella gemía cada vez más fuerte respondiendo a los movimientos que él hacía. Cuando estaba cerca de alcanzar el orgasmo se detuvo, se acercó a mí y me ató a la cama con las piernas totalmente abiertas, en esa posición comenzó a follarme hasta que pude sentir su líquido caliente dentro de mí y dejó escapar varios gemidos con mi nombre, luego de haber hecho que yo alcanzara dos orgasmos mientras saboreaba y sentía el orgasmo de ella en mi boca.

domingo, 5 de marzo de 2017

En mí

De nuevo me encontraba bajo aquel nublado cielo, a penas anochecía para el momento en que estuve completamente desolada, me sentí cual bosque a medianoche. El único sonido presente era el del tacón de mis zapatos chocando con el suelo y el maullido suave de mi gato que había decidido seguirme, intenté ser sigilosa pero el estruendoso ruido se colaba entre el silencio que inundaba el lugar, y con las manos en los bolsillos decidí buscar un cigarrillo y mi encendedor. ¡Oh!, como quisiera haber prestado más atención en ese momento. Proseguí a encenderlo y llevarlo entre mis labios para succionar aquel suave veneno al cual era adicta hace años ya. Mi mente era un torbellino de situaciones, saltando de una a otra, dejando ideas, fantasías y memorias incompletas con el deseo de escapar de ellas. Luego de un rato caminando sin rumbo alguno caí en cuenta que no se puede escapar de lo que se encuentra dentro de uno mismo, a pesar de que eso nos hiera. El ruido de una manivela me exaltó sacándome de mis pensamientos pero no le di importancia, hasta que noté que mi gato había desaparecido y el ruido se hizo más estruendoso y molesto que mis propios pensamientos. Al girarme me encontré con una figura grotesca que triplicaba mi tamaño, estaba formada por partes de alumbrado público característico de la zona para la época en que vivía, relojes y quién sabe qué más cachivaches antiguos con aspecto metálico. Su voz era gruesa, fácilmente podría ser atribuida a algún personaje creado por Lovecraft o Poe, y retumbaba en cada uno de mis órganos infundiendo miedo a los mismos de manera instantánea. Me miraba extrañada y con una sonrisa burlona, al ver mi rostro helado por el horror, preguntó por mi madre. Claramente, conocía mi situación y mis sentimientos, pero ¿cómo habría de saberlo si no era más que un monstruo? 
Al no obtener una respuesta de mi parte la bestia comenzó a rechinar y gritar mientras tiraba de las solapas de mi chaqueta buscando elevarme a la altura de su rostro. Su mirada enfurecida se centraba en mí. Seguía sin poder contestar y la bestia perdía poco a poco la escasa cordura que poseía, sabía lo que iba a ocurrir pronto y en ese momento decidió arrojarme contra una pared de piedras grises con poca iluminación pero aun así podía ver su cuerpo corpulento acercándose de nuevo a mí, pero esta vez me levantaba para llevarse consigo a lo alto de un edificio donde podía verse la ciudad entera. Rogaba al cielo que alguien pudiese oír mi sufrimiento a pesar de que no podía emitir ni una palabra. Y justo allí, en la punta más alta, decidió darme una última oportunidad. Quisiera haber podido decir algo pero no se detuvo a pensarlo una segunda vez cuando me soltó en caída libre, ya estaba por detenerse mi corazón por latir tan rápido, mi mente se desbordaba y mi respiración fallaba constantemente.
Y de pronto.. Desperté, con lágrimas en los ojos y él a mi lado, abrazándome fuerte. Seguía sumido en sus sueños pero aun así me sostenía. Levanté la mirada y me encontré con su cabello despeinado, sonreí porque me encantaba cuando dejaba su cabello de esa forma, luego delineé su rostro deteniéndome en sus labios recordando cada beso que con ellos había posado en mi cuerpo -dejando un breve un ardor a raíz de la pasión- la noche anterior, no me resistí y deje que mis dedos danzaran en sus labios propiciándole caricias tiernas y casi imperceptibles. No pude evitar fijarme en su cuello; me sonrojé al ver cómo los restos de labial y pequeñas marcas purpúreas se extendían hasta el final de su torso. Y luego al mirar mis muñecas, sentí mis mejillas arder incluso más al ver las marcas rosáceas producto del roce con sogas y pequeños recuerdos se presentaron en mi mente, por un momento sentí su aliento acariciar mi cuello, haciéndome arder por dentro, avivando mi deseo por sentirle nuevamente haciéndome suya. Sentí su mano tierna posarse en mi mejilla pálida mientras plantaba un beso en mi frente, me serenó. Noté su calidez, y la manera en que los latidos de su corazón habían sido mi canción de cuna desde el momento en que toqué por primera vez aquella cama, y sin duda me hacía sentir como en casa incluso cuando solo era un desconocido para mí. Nuestros corazones entraron en sincronización perfecta.
Entrecerraba mis ojos cada par de minutos por el trance al que entraba mi cuerpo, pero antes quería detallar por última vez su entera presencia porque era ese tipo de persona a quién los artistas le escriben los más preciosos versos o las más dulces sinfonías en su nombre. Era la persona que mi locura buscaba. Sonreí para mí y susurré el más puro de los te amo que pude decir.

lunes, 4 de julio de 2016

Combustión

Y una vez más se me dificulta encontrar las palabras correctas, e incluso absorber el oxígeno para articularlas se me ha hecho imposible esta noche, como una de tantas otras, sin más compañía que el sonido del silencio sepulcral y una vez más el llanto del cielo entristecida, con un millón de memorias pasando por la autopista construida en mi mente, y ofreciéndome un sinfín de emociones por sentir pero solo una logra salir de la vitrina solo para adherirse a mí: Tristeza, para justo en ese segundo comenzar a abrirse paso por mis párpados con un tsunami de lágrimas que arrasarían mis mejillas próximamente. Me gustaría que hubiese sido de otra forma. Quizá menos apasionada, quizá más precavida. Pero todo quedará en un quizás a partir de ahora, y nada más. 
Siempre creí que eras esa persona que había estado esperando desde el momento en que nací y que pasaría contigo el resto de mis días pero ahora mis bases que creí firmes rocas se desmoronan tratándose de castillos de arena en la orilla del mar, así era nuestro amor. Peligroso, pero una idea que jamás es abandonada por quien se le cruza. 
Lo que más me duele es que siempre te buscaré; entre la gente y los aromas, entre la música y la literatura, y siempre te encuentro. Incluso te he encontrado impreso en mí misma; en las caricias de alguien más allí estarás. En los lugares que he visitado he plantado un recuerdo de ti que jamás podré olvidar. Y en mi corazón... ¡Oh, mi corazón! Tu huella ha quedado marcada con la dulzura que solo tú posees de manera indeleble. Haciendo crecer rosas blancas, rosas rojas, en las zonas más inhóspitas de mi ser, aunque después de ese verano no hubo más rosas. Habría sido menos difícil comprender si no te hubiese seguido amando tanto, o quizá si te hubiese dicho cuánto te amo no habría necesidad de comprender algo más, que no quiero a alguien más. 
Y existen tantas cosas que yo extrañaré de ti luego del último minuto que pasaremos juntos; tu risa, dulce música para mis oídos; tus labios, pequeños trozos suaves de cielo que jamás volveré a probar con este infierno en los labios; tus manos, la más pura magia al rozar mi piel. Jamás encontraré esa pieza perdida que solo tenía tu silueta delimitándola para resolver el acertijo que siempre he sido yo. Jamás encontraré ese cuerpo que encaje perfectamente en tu lado de la cama, o unos ojos que me miren con la ternura que solo yo despertaba cual amanecer en tus ojos cada mañana. Mi mayor tormento es que siempre te voy a querer.
Una vez leía un escrito de un sujeto que comparaba al amor con una canción, amas cada segundo de la misma hasta que simplemente se vuelve monótona y creí algo acertado pero luego te conocí. Te conocí, e incluso las canciones tontas de amor que siempre había detestado cobraron sentido. Te sostuve, nunca había notado lo vacía que estaba hasta que lo hice. Te besé, la vida me demostró lo bonita que siempre ha sido en solo un segundo. Te aprisioné y con pesadez en el alma, lagrimas en los ojos y en ruinas me despido de ti.