Esta mañana me he levantado con un pensamiento que he tenido
durante mucho tiempo, pero hoy es diferente… Esta vez el deseo de convertirlo
en un hecho es más grande. Trato de pasar de ello, volviéndolo lo que siempre
ha sido; un deseo, pero me es imposible.
Me encuentro en una habitación desconocida para mí pero que
logró examinar detalladamente en poco tiempo, me levanto y me dirijo al clóset,
tiene un candado bastante oxidado por lo que es fácil llevarle al punto de quiebre,
lo abro lentamente y del interior de dicho clóset ha caído un gran cuerpo;
pálido y sin vida, he soltado un pequeño alarido para luego acercarme a
examinarle. Es una mujer con una belleza deslumbrante, me he dado cuenta de que
ha muerto hace poco por el color de sus labios, que aún tienen color; tenía la
intención de revisarle hasta encontrar su causa de muerte pero sentí una firme
presencia moviéndose con tranquilidad hasta llegar a mi lado, volteo a
observarle y noto que es un hombre de.. ¿20 años? Quizá, no lo sé con certeza.
“Veo que has encontrado a mi adorada Elizabeth.. ¿No es
preciosa?” Dice, a lo que yo reacciono rápidamente levantándome del suelo y alejándome
del cadáver de la chica para acercarme a este desconocido, a quien con certeza
sé que he visto antes.
“¿Quién eres? ¿Por qué le has hecho esto?” La verdad, no me sorprende, mera curiosidad.
“¿Eso importa? No, claro que no. Ahora, vamos a lo
importante, me presentaré, no te diré mi nombre pero puedes llamarme Charles.”
Dice con una sonrisa satisfactoria en su rostro.
“Supongo que ya has de saber mi nombre ¿no, “Charles”?” He
sentido rabia de una forma indescriptible al ver a ese hombre llenarse de vida en ese momento..
Solo le oigo reír. Maldita sea, sabe mi nombre. Pero no
siento miedo, hace mucho tiempo que no siento algo. Veo a Charles salir pero no
me preocupo en preguntarle a donde va. Decido seguir examinando la habitación y
en un cajón encuentro una cuchilla que luego guardo en el bolsillo de mi
floreado vestido. Justo en el momento en que tomo esa cuchilla entre mis manos sentí
el pensamiento volverse más fuerte, cuando oigo al hombre volver embozo una
sonrisa. He dejado que se acerque lo suficiente como para poder lastimarle pero
a la vez dejándome vulnerable ante sus propósitos, ha juntado sus labios con
los míos y han colisionado en un beso que se torna cada vez más apasionado;
justo en ese momento saqué la cuchilla de mi bolsillo y en cuestión de segundos
el hombre se hallaba con una herida lo suficientemente profunda como para morir
en pocos minutos, cuestionando mis acciones a mis pies. Nunca olvidaré la
petición de misericordia que hacía a través de su mirada; el miedo en sus ojos
antes de dar su último respiro.
Admiro la “hermosa” escena que ha quedado dibujada por la
sangre derramada del hombre al arrastrarse desesperadamente por la habitación. He
salido luego de tomar un paquete de cigarrillos que he encontrado en su
bolsillo y las llaves de su auto, quizá sea mi día de suerte. Ahora, me dirijo
a por mi principal víctima; en la que siempre he pensado. Finalmente he llegado
al lugar donde se encuentra Richard, una oleada de recuerdos golpea mi mente; llenándome
de rabia, dolor y resentimiento cada vez más. Algo metálico capta mi atención,
un hacha... Justamente lo que necesitaba.
Bajo del auto con el hacha tras mi cuerpo, ha dejado la
puerta abierta.. Vaya idiota. Entro silenciosamente al establecimiento y subo
las escaleras lentamente, me dirijo a su habitación pero solo encuentro a una
chica. Estaba a punto de irme y posponer mi propósito pero recordé algo
crucial, y así sonriendo satisfactoriamente me dirijo a la chica que se encuentra
en un estado de sueño profundo, me siento a su lado y luego bruscamente presiono
mi mano contra su boca negando con la cabeza. El terror en sus ojos me trajo al
fin un sentimiento; diferente a Charles, ella está aterrorizada por lo que
sonrío satisfactoriamente.
“¿Sabes quién soy? Imagino que no, así que no hace falta que
respondas. Pronto sabrás a qué vine, podría explicarte pero puedes fácilmente
deducirlo ¿no crees?” Le ato las manos a la espalda para evitar un
enfrentamiento muy brusco. Luego me dispongo a cerrar la puerta con el pasador,
y recojo el hacha que se encontraba reposando sobre un bonito escritorio.
Enciendo un cigarrillo mientras le observo. “Debería saber tu nombre antes de
proceder.”
“¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué haces esto?!” Dice la chica entre
sollozos.
“Oh, vamos, ¿Gastarás tus últimos momentos en esas preguntas
que serán irrelevantes al final de todo?” Apago mi cigarrillo. “Vale, esto ya
me ha aburrido” Me levanto y camino en dirección a la chica con el hacha en mi
mano derecha. Lo elevo en el aire mientras admiro su cara llena de terror y
desesperación, lo dirijo a su cuerpo y sin darme cuenta ya estoy sintiendo todo
su interior destrozarse; su alarido quedará almacenado en mi mente, totalmente
desgarrador. Extraigo violentamente el objeto de su pecho y repito la acción un
par de veces más, hasta que noto que la chica está muriendo lentamente y decido
acabarle. Dirijo mi hacha hacia su cuello y veo cada parte de ella desprenderse
y caer sobre las sábanas que una vez fueron blancas, ahora teñidas del rojo de
su sangre.
Lavo mis manos, limpio los restos de la chica que se encuentran
en mi arma con un trozo de las sábanas, tomo mis cigarrillos y, de nuevo, con
una sonrisa satisfactoria y, si se quiere, enferma abandono la escena.
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