Y una vez más se me dificulta encontrar las palabras correctas, e incluso absorber el oxígeno para articularlas se me ha hecho imposible esta noche, como una de tantas otras, sin más compañía que el sonido del silencio sepulcral y una vez más el llanto del cielo entristecida, con un millón de memorias pasando por la autopista construida en mi mente, y ofreciéndome un sinfín de emociones por sentir pero solo una logra salir de la vitrina solo para adherirse a mí: Tristeza, para justo en ese segundo comenzar a abrirse paso por mis párpados con un tsunami de lágrimas que arrasarían mis mejillas próximamente. Me gustaría que hubiese sido de otra forma. Quizá menos apasionada, quizá más precavida. Pero todo quedará en un quizás a partir de ahora, y nada más.
Siempre creí que eras esa persona que había estado esperando desde el momento en que nací y que pasaría contigo el resto de mis días pero ahora mis bases que creí firmes rocas se desmoronan tratándose de castillos de arena en la orilla del mar, así era nuestro amor. Peligroso, pero una idea que jamás es abandonada por quien se le cruza.
Lo que más me duele es que siempre te buscaré; entre la gente y los aromas, entre la música y la literatura, y siempre te encuentro. Incluso te he encontrado impreso en mí misma; en las caricias de alguien más allí estarás. En los lugares que he visitado he plantado un recuerdo de ti que jamás podré olvidar. Y en mi corazón... ¡Oh, mi corazón! Tu huella ha quedado marcada con la dulzura que solo tú posees de manera indeleble. Haciendo crecer rosas blancas, rosas rojas, en las zonas más inhóspitas de mi ser, aunque después de ese verano no hubo más rosas. Habría sido menos difícil comprender si no te hubiese seguido amando tanto, o quizá si te hubiese dicho cuánto te amo no habría necesidad de comprender algo más, que no quiero a alguien más.
Y existen tantas cosas que yo extrañaré de ti luego del último minuto que pasaremos juntos; tu risa, dulce música para mis oídos; tus labios, pequeños trozos suaves de cielo que jamás volveré a probar con este infierno en los labios; tus manos, la más pura magia al rozar mi piel. Jamás encontraré esa pieza perdida que solo tenía tu silueta delimitándola para resolver el acertijo que siempre he sido yo. Jamás encontraré ese cuerpo que encaje perfectamente en tu lado de la cama, o unos ojos que me miren con la ternura que solo yo despertaba cual amanecer en tus ojos cada mañana. Mi mayor tormento es que siempre te voy a querer.
Una vez leía un escrito de un sujeto que comparaba al amor con una canción, amas cada segundo de la misma hasta que simplemente se vuelve monótona y creí algo acertado pero luego te conocí. Te conocí, e incluso las canciones tontas de amor que siempre había detestado cobraron sentido. Te sostuve, nunca había notado lo vacía que estaba hasta que lo hice. Te besé, la vida me demostró lo bonita que siempre ha sido en solo un segundo. Te aprisioné y con pesadez en el alma, lagrimas en los ojos y en ruinas me despido de ti.