lunes, 6 de abril de 2015

Reflejo

Frente a aquel frío lago, todo lo que podía sentir se resumió a la fría nieve que reposaba bajo mis muslos y mis manos cubiertas con una gruesa capa de lana para protegerme, tal frío me recordaba a la frialdad de tu corazón pero.. Esta vez yo no tenía protección.
El viento golpeaba mi rostro tan fuertemente que creí que me convertiría en una muñeca de cristal hasta ser quebrada por la suave ira de los vientos que susurraban tu nombre, mi cabello danzaba tan libre aunque cada fibra sabía que aún me encontraba cautiva en tu corazón – que maravillosa y agridulce decisión–.
Frente a aquel frío lago, que se reflejaba en el cielo cual espejismo perfecto, se deslizaban gotas de los cielos como lágrimas tan azules aunque solo era el inicio y seguían así hasta rozar sus horizontes, donde la tenue luz provenía de un invisible sol.. Vaya, incluso el sol había perdido su calor, como la luz que iluminó mi corazón, perdida, reflejada en la extrema palidez de mi rostro demacrado, mis ojeras tan oscuras que se asemejaban a mis horas sin ti y el café de todas mis mañanas, y la tristeza que inundaba mis ojos tan azul como el océano mismo.
Mi respiración entrecortada y escasa como cuando te encuentras a pocos centímetros de mí, mis pensamientos perdidos en la belleza de aquel frágil paisaje, buscando tu rostro en cada lugar al que me dirijo, anhelando cruzarme con tu mirada tan pesada que podría confundirse con los pecados que cargaba sobre mis hombros y el mismísimo infierno incendiando mi ser pero cuyo fuego poco a poco de desvanecía como mi sonrisa al ver que te habías ido.
Cómo desearía que hubieses permanecido allí, desearía que pudieras conocer la manera en que mis historias siempre terminan en ti, desearía sentir tu calidez como el whiskey que quemaba mis entrañas en aquellas noches de soledad, desearía no ser un lirio a flor de piel.
¿Qué estoy diciendo? Oh, si tan solo pudieras escucharme. Soy tu lirio a flor de piel, soy adicta a ti y al agridulce sufrimiento. Te anhelo, te anhelo de la forma en que los pájaros desean llenar los espacios vacíos con su dulce canto y abrir sus alas tan libres como la palabra misma, como un corazón necesita latir.
Pero a la vez me invade un temor que ni los más horribles monstruos presos en la mente de cualquier desquiciado podrían causar, el miedo de perderte. Te deseo como mi pequeño secreto, como la más valiosa obra de arte o el manuscrito de mi escritor favorito, solo para mí. Sentir como te fundes en mí en cada segundo que pasa, como un tatuaje sobre mi piel y mi corazón está tu nombre.
Te necesito como cualquier bastardo necesita un cigarrillo a media noche cuando solo le acompañan sus demonios y pecados. En cada palabra que escapa de mis labios, te amo.
Sin duda, usted me confunde.