Y las lágrimas se resbalan por mis mejillas, al final del día solo me encuentro yo y mi melancolía, mi fiel compañera y enemiga, base de toda la mentira que diseñé y me ocupé de construir con una base tan inestable como un castillo de naipes, una máscara y una coraza en la que encerrarme y cubrir mi frágil y asustado corazón de todas las puñaladas que recibe cada vez que a la luz está. Vulnerable y vivo. Pero ni el más fino actor es capaz de desempeñar su papel por más tiempo del necesario y es allí cuando mi máscara y coraza metálica se desprenden dando paso a lo que realmente soy, las inseguridades que no quiero admitir ante mi propio juicio, los pensamientos que me atormentan danzando en mi mente, las lágrimas que derramo en momentos de agonía, las ruinas de lo que fui.
Así que correré y me esconderé en donde no puedan encontrarme por más que me busquen, un lugar donde solo tenga mi soledad, guardaré cada pequeña pieza de mí en una cajita de cristal que llevaré lejos a un lugar donde no deba preocuparme, pensar o siquiera sentir.